Al enfermo con cariño

En verdad sentimos que esté usted mal de su cuerpo. Cómo quisiéramos que se aliviara y se levantara, pues su gente le necesita. Parece que falta alegría y luz en casa sin su presencia. Su voz trae entusiasmo a la familia. Sin embargo, le tengo buenas noticias: Primera, que un rayo de esperanza divina penetra en la habitación de cada enfermo. Segunda, que Dios ama por igual a los que tienen salud como a los que no la tienen, y de acuerdo con las Sagradas Escrituras, Dios se interesa mucho en los enfermos. Él desea que tengan salud. Dios maneja las manos de los médicos y hace de las enfermeras como ángeles que nos atienden. Permítame decirle tres aspectos muy ciertos acerca de la salud:

I. LA FUENTE DE LA SALUD.

¿Qué es la salud?, ¿De donde proviene la buena salud? El diccionario define a la salud como un estado normal del organismo. La salud es gozo. El gozo pleno y consciente no es por coincidencia, tampoco es buena suerte, ni es el resultado de una simple ciencia mental. El gozo proviene del Autor de la vida. Cristo dijo: "Yo he venido para que tengan vida..." (Juan 10:10). San Pablo escribió: "... Mas el fruto del Espíritu Santo es... GOZO..." (Gálatas 5:22). Dicho en otras palabras, Pablo podría haber dicho que el fruto del Espíritu Santo es SALUD. El Creador que hizo los cielos y la tierra hizo a un hombre y a una mujer con entera salud, es decir, Dios hizo a una pareja gozosa.

II. ¿POR QUÉ PERDEMOS LA SALUD?

Existen muchas causas que nos hacen perder la salud: puede ser el resultado de un descuido ó de un accidente, puede ser el desgaste propio de una vida larga, puede ser debido a una causa hereditaria. Pudiera ser un proceso normal de la vida, como la maternidad, también pudiera ser por contagio ó hasta intencional, etc... El Señor Jesús tiene el gran deseo de que las criaturas de Dios gocen de cabal salud. El hombre en su carrera por amontonar riquezas, pierde la salud y hasta la vida. Conozco gente que si los días no tuvieran noche trabajarían sin descanso hasta caer enfermos o muertos por la fatiga. Tenemos que aprender a tener control de nuestra salud, tenemos que ser responsables de nosotros mismos, para no exponernos a las enfermedades y a la muerte.

III. ¿CÓMO PODEMOS RECUPERAR LA SALUD?

Sin duda esto es lo más importante. Relata Mateo de un enfermo que fue llevado a los pies de Cristo, el Gran Médico Divino, leemos así: "Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama... y Jesús dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados" (9:2). Note usted que hermoso le dijo el Señor: "TEN ÁNIMO, HIJO". Lo primero que hizo Jesucristo no fue darle la salud, como todos
esperaban, primero le perdonó sus pecados y luego lo sanó. Ahora Cristo no esta aquí físicamente para acercarse a su cama, pero Dios dice que clamemos a Él por salud y por perdón. Dios usa en su misericordia los medicamentos y la habilidad de los doctores, pero todo ello tiene sus limitaciones sin la bendición de Dios. Debemos pedirle salud a Dios poniendo nuestra fe sincera en el sacrificio del Señor Jesús. El profeta Isaías escribió que Cristo llevó en la cruz nuestros pecados y nuestras enfermedades corporales, mentales y espirituales. Ahora sólo necesitamos tocar su manto bendito de poder y de esperanza a través de la fe en Su Palabra y en la Oración, ¿Lo Cree?, Entonces dígale con todo el corazón: "Señor, ven a mi vida, por favor sana mi cuerpo y perdona todos mis pecados". Amén.

 

Héctor David Rodríguez G.

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