Las obras buenas son agradables para Dios. Tiene su reconocimiento divino aquí y en la eternidad. A Ezequías, rey de Judá, en el año 726 a.C. le fue prolongada milagrosamente la vida porque rogó a Dios diciendo: "Acuérdate ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos..." (Isaías 38:3), que bonita oración, ¿verdad?, pero no dice Dios que lo salvo de la condenación, solamente le concedió salud y vida. Hay confusión de que Dios se ve obligado a impartir gracia salvadora por nuestras buenas obras. Sin embargo, le diré lo que sigue:
Las buenas obras hechas por quien sea atraen el Reino de Dios a la tierra. Dios puede ser conocido a través de la rectitud y bondad de la gente. Que bueno sería que todo mundo nos propusiéramos hacer cada día una buena acción, o hacernos el propósito de cambiar de una actitud negativa a una actitud positiva de modo que pudiéramos ser bendición a los demás. Dice San Pablo, hablando del cristiano genuino, "Porque somos hechura suya (es decir, de Dios), creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano, para que anduviésemos en ellas" (Efesios 2:10). Hemos sido regenerados por el sacrificio de Jesucristo, para vivir en buenas obras.
También nos asegura Dios que ninguna obra buena hecha de buen corazón, pierde su recompensa. Cristo prometió: "Y cualquiera que de un vaso de agua fría solamente... de cierto os digo que no perderá su recompensa" (Mateo 10:42). Dios no es deudor de nadie. Todo lo que se hace en Su Nombre tiene su bendición aquí y en la eternidad. Solo que la recompensa que ofrece Cristo, no es la salvación del alma, sino bendiciones espirituales y hasta materiales.
Cristo
mismo dijo en su oración: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan
a ti, el Único Dios Verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Yo... he acabado la OBRA que me diste que hiciese" (Juan 17:3-4). Así
que ninguna obra buena que hagamos los seres humanos obliga a Dios a salvarnos
o a darnos cierta gracia. Dicen claramente las Sagradas Escrituras: "Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe... no por obras para que nadie se
gloríe". Pero la gloriosa Obra de Cristo que fue su gran sacrificio
es la Obra Perfecta que nos salva eterna -
mente. Por eso dice Juan: "... La sangre de Jesucristo... nos limpia
de todo pecado" (1ª Carta 1:7). Debemos acudir a Cristo directamente,
sin necesidad de ningún intercesor, pues Cristo nos invita diciendo:
"Venid a Mí todos... y Yo os haré descansar" (Mateo
11:28).
¿Comprende porque digo solamente la Obra de Redención de Jesucristo nos salva?. Ponga su fe en esa santa Obra. ¿Quiere usted aceptar esta verdad?
Héctor David Rodríguez G.
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